Diego Kenis entrevistó a Andrés Ruggeri (*)
“Las empresas recuperadas europeas toman como modelos los casos argentinos”
El cruce de experiencias entre las empresas recuperadas argentinas y las europeas permite detectar diferencias y puntos en común de los proyectos y contextos, enriqueciendo a ambas orillas del Atlántico la respuesta creativa a la situación límite del vaciamiento empresario. Los casos argentinos resultan modelos para sus pares europeos. Entrevista con el antropólogo Andrés Ruggeri.
El interés de los trabajadores de distintas partes del mundo por el fenómeno de las empresas recuperadas argentinas se plasmó este mes en una agenda de encuentros que comenzó a desandarse en Roma, donde se analizó al movimiento argentino como “una alternativa de construcción de poder popular”, y continúa por estas horas en Madrid con similares objetivos y perspectivas.
Hasta esas mesas de debate acercó sus conocimientos y experiencias el antropólogo Andrés Ruggeri. Ruggeri dirige el programa Facultad Abierta de la Universidad de Buenos Aires, que desde 2007 organiza encuentros nacionales y sudamericanos de trabajadores y académicos. Tras el encuentro en la capital italiana, la Radio de la Universidad Nacional del Sur de Bahía Blanca lo consultó por la experiencia y, desde Italia, el investigador argentino trazó además los panoramas que pueden verse a un lado y otro del océano y los frutos del intercambio entre trabajadores de ambos continentes.
¿Qué experiencias te ha dejado el desarrollo del panel del que participaste, en Roma?
Fue interesante. Porque si bien acá (por Italia) hay algunas noticias, sobre todo en los ámbitos de la militancia, no es demasiado conocida la experiencia de las empresas recuperadas. De hecho, hay varios libros que se han publicado, como el mío, traducido al italiano, pero no es una difusión masiva, por lo que siempre aparecen preguntas, consultas, discusiones y debates. Porque acá también hay algunas experiencias de recuperadas y, además, una experiencia histórica que viene de los consejos obreros de principios del siglo XX.
En una reciente entrevista que ofreciste al diario italiano Il Manifesto, hacías una especie de legislación comparada en el tema y marcabas algunas limitaciones que tiene aún hoy nuestra legislación.
Sí. Creo que la legislación argentina fue puesta a prueba por la experiencia de las empresas recuperadas. Nuestra legislación tiene, aún hoy, muchísimas limitaciones. Especialmente hay una muy clara, que tiene que ver con el traspaso de la propiedad: cuando quiebra una fábrica o empresa, generalmente por motivos fraudulentos, el proceso de recuperación por los trabajadores es bastante complicado. Se ha modificado la Ley de Quiebras en ese sentido, pero eso queda muy librado a la arbitrariedad de los jueces. Y a medida que el contexto político se inclina a favor o no de los trabajadores, o de los patrones, los jueces tienden a sancionar en esas claves.
Además de eso, las propias cooperativas tienen muchas fallas, en cuanto a su legislación, para reconocer los derechos de los trabajadores que vienen de ser asalariados previamente. La ley argentina de cooperativas vigente, del año ’73, se intentó modificar el año pasado desde el INAES (NdR: Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social) y a través de foros y discusiones, pero no se llegó a nada. Esa ley no contempla a las cooperativas de trabajo, prácticamente. Las menciona, y nada más. Entonces, los trabajadores que son cooperativistas, no están siendo reconocidos como trabajadores sino como asociados de una empresa. Para la ley, y especialmente para las autoridades tributarias y laborales, es como si fuesen empresarios.
¿Y la legislación europea qué nos muestra?
No es igual en todos los países. Acá, en Italia, hay algo que se llama “Ley Marcora”. Esa ley es parecida a la reforma que se hizo a la Ley de Quiebras, en el 2011. Es una ley que prevé una serie de mecanismos para que, cuando quiebren o cierren empresas, sean transformadas en cooperativas. Lo que se conoce, aquí, como “workers by out”. En general, aquí, a todos los procesos que no saben cómo llamarlos, los nombran en inglés. Significa que los trabajadores compran su empresa. No es exactamente lo mismo que una recuperación, porque en realidad lo que hace es cargarle a los trabajadores la responsabilidad de sacar adelante la empresa que quebró el patrón. Pero, al mismo tiempo, es una fórmula que se ha usado para recuperar fábricas y armar cooperativas. Se ha hecho un trabajo sobre estas recuperadas de esta manera, que no implica procesos de conflicto u ocupación de fábricas, sino que son procesos más bien administrativos, y hay aproximadamente en Italia unas doscientas cooperativas de este tipo.
La Ley Marcora prevé ciertas herramientas de financiamiento. No es solamente que se compensen los créditos laborales o las deudas de las empresas con los trabajadores y a cambio de eso se les de la propiedad, sino que se prevé una serie de mecanismos de financiamiento para hacer viables a esas empresas. Dentro de Europa, la Ley Marcora es de las más avanzadas. Por supuesto, fue hecha en otro contexto económico europeo, cuando todavía estaba vigente el Estado de Bienestar. Ahora, es una especie de superviviente de épocas mejores.
Mencionabas una palabra clave: conflicto. En la entrevista con el diario italiano decías que, por las limitaciones de nuestra ley, la recuperación de empresas necesariamente incluía un momento de conflicto. ¿Por qué?
En nuestra experiencia económica argentina y latinoamericana es prácticamente indefectible que haya un conflicto. Cuando no lo hay es porque (la empresa) cerró y no se recuperó. Siempre. Inclusive en los casos en que entra en vigencia la reforma de la Ley de Quiebras, que prevé la compensación de créditos laborales y la adquisición de la empresa por una cooperativa de trabajadores, es porque ellos se organizaron y defendieron los puestos de trabajo. Y presionaron a los jueces, se manifestaron, acamparon frente a la empresa, la ocuparon… Si no hay conflicto, no hay recuperación.
Esto en Europa también se nota. Porque donde no entran en vigencia estos procesos que llaman de “workers by out”, empieza a haber conflicto. En este momento hay aquí algunas fábricas que fueron ocupadas y recuperadas a la manera argentina. No son muchas, pero existen. Y tienden a ser más. Están aprendiendo a hacer valer, mediante la movilización o el conflicto, esas herramientas jurídicas que existen pero que generalmente están como olvidadas, por ser de una época anterior, un momento histórico en que se legislaba pensando en los trabajadores.
¿Cómo ves esos procesos de recuperación de empresas europeas, que marcabas como similares a los que se han dado aquí?
Son muy complicados. Los que conozco, se pueden dividir en dos tipos. Uno, las empresas recuperadas más al estilo argentino. Son empresas que cierran porque tienen problemas de mercado, o sus dueños prefieren cerrarlas que seguir produciendo, pero sus trabajadores pueden ponerlas nuevamente en funcionamiento, porque quedó algo. Pero también hay otro tipo de conflictos, mucho más agudos, que tiene que ver con la crisis europea, que es distinta que la que nosotros conocemos. Porque en realidad, a la crisis la usan aquí para destruir el Estado de Bienestar europeo y las leyes laborales, o llevarse el negocio de la producción adonde se pueden pagar salarios más baratos, sin sindicatos ni nada. Hay empresas recuperadas que se dan en ese contexto.
Por ejemplo, hay una empresa en Francia que se recuperó, llamada Fralib. Esa empresa la cerró Unilever para llevársela a Polonia, sin ninguna otra necesidad que la de pagar menos salarios e impuestos. Acá, en Milán, hay una parecida: una empresa que se la llevaron entera a Polonia. Y ahí hay una ocupación en un galpón vacío, por lo que los trabajadores están tratando de recrear algún tipo de entorno productivo. Son cierres distintos, que no tienen que ver con una matriz productiva que se destruye, sino que las mismas empresas europeas se las llevan para otro lado. Son conflictos mucho más complicados. En ese sentido sí se parecen más a los nuestros, aunque la matriz productiva sea diferente, porque los trabajadores se ven en una situación de alta conflictividad. Y donde todo les va en contra. Los tratan de echar incluso con ordenanzas municipales, con cualquier pretexto.
Y esos trabajadores de esas empresas recuperadas, ¿se nutren de las experiencias argentinas?
Sí. Por ejemplo, Vio.Me de Tesalónica, Grecia, es la empresa recuperada que acá todos toman de modelo, una especie de vanguardia de las empresas recuperadas. Y (en ella) tuvo mucha influencia que justo andaba por allá Raúl Godoy, de (la cerámica cooperativa neuquina) Zanón, e intervino en una asamblea donde ellos estaban tratando de decidir para dónde ir. Y fue decisivo, porque fue tomando el ejemplo de lo que él les decía que ellos decidieron tomar la fábrica. Prácticamente todos los casos toman como ejemplo los casos argentinos. Por eso nos escuchan, a mí o a muchos trabajadores que hemos dado charlas o participamos de debates sobre el tema.
(*) Publicada originalmente por Agencia Paco Urondo