La fábrica se inició en 1972, alcanzando su mayor producción desde 1984 a 1992, llegamos a ser 52 empleados.

En 1997 debido a las políticas económicas del país y la mala administración llevaron la empresa a convocatoria y a nosotros, a percibir los sueldos en cuotas, las cosas siguieron mal, cortes de obra social, reducción de sueldos, algunos fueron despedidos y otros no aguantaron más y se fueron, solo quedamos 16 empleados de los 52.

El atraso en los sueldos ya era de varios meses. Faltaban insumos para producir, esta situación se mantuvo hasta el 2000.

El ambiente laboral era de discusiones constantes, abuso patronal, visita de distintas consultoras (diciendo que si cooperábamos, ellos salvarían la empresa), nosotros cooperamos pero ellos nunca cumplieron.

En Diciembre del 2000 por intermedio de uno de nosotros, conocimos a José Abelli, un dirigente de Cooperativas quien nos asesoró en la conformación de la Cooperativa y las posibilidades de integrar a los patrones.

Se le planteó a la patronal de la empresa esa posibilidad, recibiendo como respuesta que traerían un inversionista, que la Cooperativa no funcionaría y que preferían entregarle a otros la empresa que a sus trabajadores.

A mediados de Diciembre formamos e inscribimos la Cooperativa bajo la denominación de: COOPERATIVA DE TRABAJO MIL HOJAS LIMITADA.

En Mayo del 2001 despidieron a 5 empleados, en Junio del 2001 el Juez de la causa decretó la quiebra y dejó como depositarios a la S.R.L.

Los que estábamos adentro y los 5 que estaban afuera continuamos con la idea de alquilar la fábrica para no perder la fuente de trabajo.

Planteamos nuestra propuesta a la sindicatura y al Juez quienes comprendieron la situación y comenzaron a estudiarla.

Por comentarios de otros fabricantes de pastas y vendedores de máquinas nos enteramos que estaban ofreciendo las máquinas de la empresa (posible vaciamiento) normal en estos casos y en nuestro país.

Debido a esto decidimos hacer guardia día y noche frente a la fábrica turnándonos; los que trabajaban hacían guardia de tarde, y los despedidos de noche y por la mañana íbamos al juzgado para insistir con la propuesta ofrecida.

Compartíamos lo poco que ganábamos con los cinco compañeros despedidos recientemente ya que no los podíamos abandonar porque ellos luchaban codo a codo con los que estábamos trabajando dentro de la fábrica por un mismo objetivo.

Pasaron dos meses durante los cuales no bajamos los brazos, hasta que la sindicatura y el Sr. Juez Carrillo deciden el 31 de Julio desapoderar a la S.R.L. y darle posesión de la Cooperativa desde ese día a 16 familias directamente y trabajo a 23 más indirectamente.

A partir de ese momento las responsabilidades aumentaron llegando a niveles desconocidos para nosotros, pero siempre dispuestos a afrontar y superar todo lo que se presentara en la lucha por la recuperación de la fábrica.

Tuvimos que restaurar la estructura de la empresa y empezar a administrarnos muy bien, ya que casi todo el dinero que entraba era para poner todo en regla y pagar deudas de impuestos y servicios porque cuando nos hicimos cargo estaba todo cortado, no había ni luz, ni gas, ni teléfonos, ni servicios.

El local no tenía habilitación y estaba en malas condiciones. Había deudas con los aportes jubilatorios de los compañeros y estábamos en plena recomposición salarial. También teníamos que recuperar la producción porque se había dejado de producir la línea de ravioles frescos y otros productos, a la vez produciéndose una pérdida del mercado estimada en un 60%. Todo este esfuerzo fue realizado con una importante carga y a la vez factor decisivo, el cual estaba presente en nuestra conciencia día y noche: el inminente remate de la fábrica que nos hacía pasar momentos de incertidumbre invadiendo nuestro pensamiento de a ratos. Igualmente nunca pensamos en perder.

Durante todo este tiempo hasta el remate se pagó un alquiler mensual por el inmueble, como también por la maquinaria. Pero como todo camino tiene sus etapas, había llegado la más difícil, 5 de Junio del 2003, el día del remate, ese día nos sentíamos invadidos por una sensación entremezclada de temor y arrojo, aunque entre nosotros tratábamos de disimularla, hasta que llegamos a la Asociación de Martilleros Públicos de Rosario y nos sorprendió el apoyo de los compañeros de otras Cooperativas, distintos movimientos sociales y gente de la ciudad.

Esto nos dio más fuerzas para enfrentar ese momento. Ya dentro de la Asociación de Martilleros pasamos momentos de angustia, después de diferentes ofertas las cuales hicieron más duras la lucha por la compra y hasta que bajó el martillo en favor nuestro pasó una eternidad, no lo podíamos creer, la emoción nos invadió y nos fundimos todos los compañeros en un solo abrazo, hubo llantos de alegría y alivio sin tener plena conciencia de lo que habíamos logrado, desde adentro se sentía el ruido en la calle, bombas de estruendo, las sirenas, los gritos de la gente. Fue un momento increíble, jamás pensamos que todo eso pasaría y sería en apoyo a nosotros, un verdadero ejemplo para el mundo.

Comprar el inmueble en el cual funcionaba la fábrica en la cual pasamos gran parte de nuestra vida y que años atrás habíamos recuperado y todo con el dinero de nuestra propia producción es un sueño cumplido. También no hay que olvidar que posteriormente se llegó a un acuerdo con la justicia a la cual siempre estaremos agradecidos, para que los trabajadores pasemos a ser los dueños de las máquinas con las cuales se elabora la producción como pago de la indemnización adeudada.

Recorrer este largo y sinuoso camino lleno de obstáculos, llegar a su fin y conseguir lo que tanto anhelábamos: la fábrica, la fuente de trabajo, la dignidad y la justicia, hubiese sido más difícil o quizás imposible sin el asesoramiento y el apoyo desinteresado de la Dra. María Elena Carciente (Abogada), el Dr. Alfredo Blanco (Contador) y el Sr. José Abelli (Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas), a quienes estaremos eternamente agradecidos sin olvidarnos de todas aquellas personas que nos dieron su apoyo antes, durante y después de la lucha. A todos ellos nuestro agradecimiento.